Hemos crecido en este planeta, en un país, una ciudad, una cultura y una familia que nos van enseñando de qué va la vida y determinando quiénes somos, cómo nos vemos y cómo nos comportamos. Aparentemente, es un ciclo predefinido: crecer, estudiar, trabajar, tener familia y morir. Dentro de este ciclo, en la medida en que te esfuerces, consigues bienes, dinero, reconocimiento, y todo aquello que supone la fórmula de la felicidad que aprendimos. Y así vamos andando a lo largo de la vida sin cuestionar lo predefinido, y convirtiéndolo en nuestra propia creencia.
Nos pasamos la vida aplicando las creencias adquiridas de otros, viendo solo lo externo y dejándonos internamente vacíos, sin tomar en cuenta cómo nos sentimos con eso que vamos transitando. Muchos pasamos largo tiempo viviendo desde nuestro ego que lo rige la mente, buscando alcanzar metas que vimos y aprendimos desde lo externo, sin preguntarnos si eso es lo que realmente queremos, y casi sin considerar lo que nuestro corazón siente sobre eso.
Y es justo desde allí donde el alma nos susurra, porque resulta que para que este cuerpo y mente existan tiene que estar habitado por el alma, que es la parte de nosotros conectada a una energía superior, un Dios, el universo o como lo queramos llamar, y que sin ella no existiríamos. Somos un espíritu en un cuerpo físico, viviendo en este lugar llamado tierra.
Hemos pasado mucho tiempo sin darnos cuenta de lo importante y trascendental que resulta para nosotros, tanto individual como colectivamente, hacer consciente nuestra parte espiritual, y conectarla a nuestro día a día para vivir de manera más auténtica y consciente, con gozo y paz.
Cuando vamos incorporando y haciendo consciente que somos un alma que habita un cuerpo físico, vamos iniciando un camino de regreso a nosotros mismos, de regreso a la casa donde siempre estuvimos, en el cuarto más alejado, esperando en silencio, reencontrarnos con nuestro verdadero yo.
Como experiencia personal te puedo decir que reencontrarnos con nosotros mismos es una decisión personal ya que cada camino es único, y cada hallazgo, aprendizaje, revelación, e incluso cada cuestionamiento es individual e irrepetible. Si sientes que quieres RE-conocerte, te recomiendo ir paso a paso, a tu ritmo, tomando tu propia vía para llegar a ti.
Algunas cosas que me han funcionado y que te pueden ayudar a conectar o inspirarte a buscar otras herramientas que te acerquen a tu verdadero yo.
Busca un momento de calma y silencio donde puedas reflexionar sobre ti y tu lugar en el mundo. ¿Quién soy? ¿Para qué estoy aquí? son preguntas que no nos hacemos, pero que son imprescindibles para hacernos conscientes de quiénes somos y nuestro propósito de vida. Solo internamente podemos encontrar la respuesta.
Conecta con tu respiración: damos por sentado que respiramos ya que nuestro cuerpo lo hace en automático, pero el hacer consciente el proceso de inhalar y exhalar, y concentrarnos en él, estamos en tiempo presente. Esto es de gran ayuda cuando estamos en situaciones donde nos sentimos abrumados para aclarar lo que sentimos y lo que nos pasa en ese momento.
Busca momentos de conexión contigo: diariamente estamos ajustados a un calendario de cosas por cumplir (trabajo, proyectos, estudios, relaciones personales y familiares); pero para que todo esto se parezca a lo que realmente queremos, también debemos tener un espacio personal en ese calendario, así sea unos minutos al día, un espacio para tener un diálogo contigo y preguntarte “¿cómo estoy?, ¿qué necesito, ¿qué siento?, ¿qué quiero?”. Hacernos conscientes de nosotros mismos, hasta que atendernos sea una de nuestras principales rutinas.
Cuestiona lo que hasta ahora has aprendido de ti: vivimos en automático, sin reflexionar si eso que nos decimos diariamente o lo que nos dicen otras personas realmente es una verdad para nosotros. Observa e identifica todo lo que te dices incluso sin darte cuenta para que vayas aclarando en ti que es verdadero y que no.
Ante una situación o decisión personal, concéntrate primero en lo que sientes en el corazón que es el lugar del cuerpo desde donde el alma se comunica. Al enfocarte en lo que sientes, podrás elegir desde tu autenticidad.
Cada paso que damos hacia nuestro reencuentro nos acerca a vivir en armonía y bienestar desde el alma.